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El arte griego en su mayor expresión, durante el periodo clásico, pretendía alcanzar el Ideal de Belleza a través de la armonía de las formas, por medio de la aplicación de técnicas y conocimientos como la proporción áurea. Esta búsqueda de la Belleza se originará en este periodo temprano, e irá perfeccionándose cada vez más hasta su cima, en el siglo V a.C. cuyo máximo exponente será el Partenón en arquitectura y las esculturas de Fidias que lo decoraban.
La escultura arcaica supone una paulatina búsqueda de la armonía, conjugada con una cada vez mayor naturalidad, proceso que alcanzará su máximo exponente en la escuela clásica iniciada por Fidias
La escultura arcaica se caracteriza por un lado por su hieratismo y por otro la expresividad de los rostros.
El hieratismo se observa en las posturas, en un principio rígidas y estáticas, a la manera egipcia -de pie, con los pies juntos o en actitud de marcha, con una pierna adelantada. Se refleja en los peinados geométricos de los personajes, bucles, trenzas que caen de forma simétrica sobre los hombros.